domingo, 1 de marzo de 2015

Farsa o comedia

Para S. T. Coleridge (1772 - 1834), La comedia de los errores, de Shakespeare, nos sitúa ante una auténtica farsa, en consonancia con el carácter de la farsa filosófica, muy distinta de la comedia y del espectáculo de entretenimiento. La auténtica farsa se distingue de la comedia por la licencias permitidas en la fábula, necesarias para producir situaciones extrañas y ridículas. La historia no necesita ser verosímil, es suficiente con que sea posible. Una comedia tendría consistencia dramática únicamente con la existencia de los dos Antifolos; en ella se aceptan situaciones de semejanza entre dos personajes físicamente idénticos, fruto de una Naturaleza caprichosa. Sin embargo la farsa va más allá añadiendo otro par de gemelos, los Dromios, cuya presencia se justifica por las reglas y los fines que persigue este género dramático. En una palabra, la farsa comienza con una concesión, es decir, con una propuesta inverosímil que debe ser previamente aceptada por todos.

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